31 de agosto de 2011

Una reforma educativa

Muchos pensadores, académicos, estadistas, profesores y maestros, se han referido a una reforma educativa en Costa Rica. No seré yo el primero en hacerlo. Por otro lado, en una sociedad que está perdiendo su rumbo, en una nación que está dejando escapar su identidad y en una cultura amenazada, no basta retomar la dirección correcta en lo que a educación se refiere. Se debe abordar una reforma también en la parte judicial y penal, en la ley de tránsito, en el ámbito tributario, en el sector de la salud, en fin, se deben efectuar cambios necesarios, pero eso es otra historia y lo dejaré en manos de los expertos en estos temas.
En octubre de 1962 el Papa Juan XXIII abre el Concilio Vaticano II y, desde su inicio, indica con claridad los objetivos: en primer lugar, el interés no era definir nuevas verdades o condenar errores, por el contrario, era necesario renovar la Iglesia católica para lograr transmitir el Evangelio en los nuevos tiempos, una especie de aggiornamento o como el mismo Papa lo llamaba, “la puesta al día de la Iglesia católica”. Como segundo gran objetivo, la búsqueda de los caminos de unidad de las Iglesias cristianas, estableciendo un diálogo “en lo que nos une y no en lo que nos separa”. Al Concilio fueron invitados, como observadores, no sólo miembros de todas las Iglesias cristianas, desde la Iglesia ortodoxa y las diferentes denominaciones protestantes, desde creyentes islámicos, hasta indios americanos. En síntesis, este Concilio cambió el catolicismo hacia una nueva forma de celebrar la liturgia, un “fresco” ecumenismo y un claro acercamiento al mundo y a las otras religiones. Dicho Concilio finaliza en 1965 presidido por el Papa Pablo VI luego de la muerte de Juan XXIII. La modernización de la Iglesia católica que se planteó en este cónclave no fue la primera y no será la última. El hecho de que haya logrado evolucionar con el tiempo demuestra que esa institución permanece, y se fortalece desde hace dos mil años y, a pesar de tener muchos enemigos, sigue avanzando.
Esto es precisamente lo que se debe hacer en esta reforma educativa, adaptando una nueva forma de enseñar, con la modernización de los contenidos y los métodos, con una toma de conciencia de que ahora se cuenta con nuevos recursos tecnológicos. Ignorar el rol de la tecnología en este proceso sería permanecer en el pasado. Convocar a todas las partes involucradas en el campo educativo y buscando los puntos de unión y concordando en lo que ahora nos separa. Desde luego, un cambio en la educación debe caminar paralelo con los tiempos. Debe considerar la actitud de quien desea el cambio, por supuesto que avalado por las entidades superiores. No se trata de un proceso que dure unas semanas, pues empleará años, por lo que se debe empezar ya.
En las revueltas estudiantiles en Francia, de mayo de 1968, se acuñó un memorable lema “seamos realistas, pidamos lo imposible”, oración que refleja muy bien el inicio de lo que deberíamos de exigir en la reforma necesaria, pues me parece que conforme avanza la humanidad, lo imposible deja de serlo y vemos cómo se convierte en realidad lo que algunos escritores de ciencia ficción, escribieron de manera futurista: la clonación, los transplantes de órganos, los viajes al espacio, la nanotecnología, etcétera. Así, el solo pensar en lo utópico y su probabilidad de alcanzarse, el solo marcar el umbral más allá de lo posible, hará que se convierta en una meta alcanzable, un sueño de posible realización.
Debemos empezar cuanto antes y pedir, metafóricamente hablando, lo quimérico. Para ello, se debe elaborar una lista de proyectos educativos y sobre ellos discutir esta gran reforma. De tal manera, se plantearía un gran desafío para la educación por medio de un Congreso Nacional de la Educación, donde los protagonistas sean académicos, estudiantes, docentes, padres de familia, y sindicalistas o gremios con el interés centrado en el futuro de nuestro país. La opinión de los partidos políticos, de los organismos no gubernamentales y de algunos grupos empresariales debe ser un insumo importante en la discusión. Además, deben incorporarse políticos estadistas, con una clara visión humanista y concientes de las necesidades de los costarricenses de hoy, pero aún más, de las generaciones que vendrán.
De pactos solemnes que debemos respetar, sin asomo de traiciones y en clara simbiosis académica y social, podemos recordar lo que escribe Sun Tsu, en el siglo V a.C., en el fantástico libro “El arte de la guerra”: “Me uno con aliados poderosos ofreciéndoles objetos preciosos y seda y los comprometo con pactos solemnes. Respeto los tratados y así, tengo la seguridad que contaré con su ayuda”. De eso se trata, de hacer pactos y de respetarlos, en donde todos contemos con la ayuda de todos, sin distingos de colores políticos o de credos religiosos, simplemente, pensando en nuestra nación.
Esta reforma ha sido pospuesta por razones políticas y económicas, pero creo que tiene que darse para que todos los actores definamos un mismo rumbo de lo que debe ser la Costa Rica del futuro; sin esta reforma seguiremos a la deriva en el campo educativo, los políticos de turno defendiendo pequeños feudos al igual que algunos sindicalistas, y los padres de familia tratando, por todos los medios, de que sus hijos logren la meta de un título devaluado, con el que no aspiran a nada más que eso, un título, como si fuese el fin último y olvidándose de la educación como un medio para lograr los más altos ideales de igualdad y prosperidad de un pueblo culto y pluralista.
En esta necesaria e imperativa reforma que debería darse tarde o temprano, nos debemos preguntar quién debe dar el primer paso. Algunos creen que debe ser el Ministerio de Educación Pública, otros aseguran que serán las escuelas de formación docente de las distintas universidades, públicas o privadas. No creo que los grandes ausentes en el proceso educativo, como los padres de familia, den este paso inicial, aunque es claro que serán grandes protagonistas y deben involucrarse, convirtiéndose en aliados de la educación y no en sus enemigos, asumir con estoicismo su cuota de responsabilidad en la formación y educación de sus hijos en el hogar.
Lo deseable sería que todos los participantes lo hagan con solemnidad, de común acuerdo, que humildemente cedan donde hay que hacerlo y negocien, sin pensar en ganar, porque en primer lugar, el formar sólidamente a los docentes que tendrán en sus aulas a las nuevas generaciones de costarricenses, sin duda, hará que la sociedad costarricense pueda enfrentar los nuevos esquemas de cambio global que cada día amenazan con despojarnos de nuestra identidad nacional.
Es menester de las autoridades garantizar a los docentes un salario digno y acorde con su verdadero nivel de preparación académica, empezando por respetar los acuerdos tomados luego de la última huelga de educadores del 2007. Es necesario que ellos actualicen sus conocimientos y sus aportes a la comunidad, que les permita vivir dignamente, más que sobrevivir con varios trabajos. No me parece ético ni moral que los profesionales en el campo de la educación, hagan largas filas en las diferentes oficinas regionales. Debe erradicarse la percepción de los educadores de ser los “patitos feos” del sector profesional, como se hizo en Finlandia y a la cual ya nos referimos.
Hace algunos años, recuerdo haber escuchado, en algunos medios de información, las opiniones del filósofo y matemático Ángel Ruiz Zúñiga, en cuanto que se debería declarar emergencia nacional en las matemáticas, a propósito de los malos resultados en algunas de las pruebas nacionales en este campo. Sin embargo, creo que debemos ir más allá en la propuesta y declarar emergencia nacional en la educación, algunas de las razones son obvias y se leen todas las semanas en los periódicos o se observan en la televisión, otras más sutiles, trataré de exponer más adelante en futuras entradas.

“En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.”
Albert Einstein

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Manuel
Excelente tu artículo. Creo que efectivamente se impone una reforma educativa con perspectiva de largo plazo en nuestro país.Y aquí la cuestión es compleja. Por una parte, porque los fines de la educación costarricense tienen más de 50 años de establecidos. Por eso se deben reexaminar, con una perspectiva de compromiso con las personas y lo que ello implica en otros ámbitos: libertad, respeto, democracia, ambiente, felicidad, etc. Por otra parte, la reforma no es cuestión solo de especialistas, quienes tienen un papel pero no son los únicos: los actores somos todos. Coincido contigo en el papel de las madres y de los padres, pero los jóvenes, los/as maestros/as deben ser participes de primera línea en este propósito. Ahora bien, poco haremos si nos preocupamos de la educación de manera aislada olvidando que no es posible una reforma educativa significativa en un mundo de injusticias, desequilibrios agudísimos e inseguro. Para acometer ete tipo de reformas se hace necesaria una visión de Estado, que supere el cortoplacismo de los gobiernos concretos y que no se realice con el ánimo de ilustrar un informe final de gestión. Saludos
Luis Gerardo Meza

FPD dijo...

Los educadores estamos atados de manos pues estamos enfrentando en las aulas una ola de violencia de todo tipo (física, emocional, sicológica, discriminación, entre otros) y las políticas educativas, así como las leyes, la Sala Cuarta, los reglamentos y las directrices del MEP, nos impiden actuar en alas de mejorar por nuestro propio beneficio nacional, pues las generaciones que estamos viendo en este momento en primaria son catastróficas, sin querer ser trágica o negativa, pues es simplemente la realidad que ni los padres quieren creer y/o aceptar.
Claro que tenemos una emergencia nacional, urge que todo se acomode, que haya orden, coherencia, continuidad, unanimidad, lógica (en lo que fueron formados matemáticos como ud), uniformidad y ganas del cambio y de mejorar por el bien de toda la sociedad costarricense, así como de los extranjeros que comparten nuestro cielo, nuestra tierra...claro que tenemos emergencia y debemos preocuparnos para combatir los embates del desastre antropogénico que enfretamos hoy.
Necesitamos una reforma educativa donde lo importante no sea la medición evaluativa, ni la burocrática documentación administrativa (estadísticas, informes, itinerarios, planes, bitácoras, inventarios, entre otros cientos)que nadie lee y en donde hasta se inventan datos.
Los docentes necesitamos no ser más agredidos por los alumnos, los padres de familia, los jefes, por el mismo gobierno y por la sociedad que nos cree menos por el simple hecho de ser docentes, sin analizar que en nuestras manos está nuestro propio futuro. En mi caso me han dicho que esa no es una profesión de verdad y que yo pude ser algo mejor que ser maestra. Claro que pude ser algo "mejor" porque tngo la capacidad y el derecho a no ser más agredida en mi trabajo. Con estas políticas educativas quién quiere ser educador?, solo el que no sabe en la camisa de once varas en la que se mete.

Anónimo dijo...

Hola Manuel espero que se encuentre bién.
Gracias por este tipo de mensajes, porque nos pone a reflexionar y nos compromete cada día más a aportar nuestro granito de arena desde nuestro trabajo y así buscar este cambio tan necesario.
Adrián

Educa dijo...

Manuel mis respetos es claro que en la actualidad deben de darse un giro a lo que se visualiza en la actual regimen educativo, no es si no como profesores de su capacidad sugiren nuevos cambios sistémicos y analíticos, que dejan en claro la realidad existente, es pués que si se realiza un consenso y se unifican criterios se cambiaría la visión que se tiene de la Educación.
Recalco mis mayores respetos ante su persona y conocimiénto.

Lillliam Rojas dijo...

Hola Manuel
Precisamente, el MEP está en proceso de aprobación e implementación de nuevos Programas. El proyecto ha sido dirigido, precisamente, por Ángel Ruiz.
Esperamos que el proceso sea fructífero.
Además de todas las innovaciones y del retomar algunos conceptos beneficiosos presentes en el proyecto, se debe retomar aspectos de la motivación en el aula.
Si la niñez y la juventud viven ambientes de agresión verbal en sus casas y en el aula el docente lo continua... ningún otro cambio les beneficiará.
Creo que es indispensable que nos tornemos más amables, más optimistas y más alegres.
Decidamos ser felices y ello contagiará al mundo.
Lilliam Rojas.

Anónimo dijo...

Buenas Manuel,
Tu artículo como siempre es de gran calidad y me recuerda intercambios de opiniones de hace varios años en el curso de historia y filosofía. Desde entonces nos referíamos a una educación sin rumbo.Comparto contigo lo referente a la reforma, pero también se necesita otra reforma interna en los educadores. En la actualidad como mencionas las generaciones necesitan de educadores comprometidos con su trabajo y no solo con un salario, el fin es que el estudiante aprenda y no solo que el docente enseñe.
Hablamos de la educación en Finlandia como algo utópico, visto desde diferentes ángulos. De nuestro lado y aplicado a la realidad nacional; no podemos esperar una remuneración salarial idéntica,pero podemos aportar con el ejemplo y enseñando con pasión cada conocimiento, sin egoísmo y esperando ser superado por nuestros estudiantes.
Trabajar en las bases de la educación podría ser una posible solución a una caótica realidad, infundir en los niños y jóvenes valores y amor por la patria, sin segarse por aspiraciones políticas, o vanas recompensas económicas.
Te felicito nuevamente por tu excelente labor como educador, los que te conocemos siempre te consideramos un ejemplo de un buen educador. Muchas gracias.

Lic. Edgar Villegas

Ihosvany dijo...

Excelentes aportes.
Es evidente que la historia de la cultura refiere hechos que se suceden en espacio y tiempo, pero que siguen una lógica social. Las reformas surgen como una necesidad histórica más que por una necedad, y en Costa Rica ha tardado demasiado tiempo, teniendo en cuenta el dato aportado de que "los fines de la educación costarricense tienen más de 50 años de establecidos".
Siempre he confiado en el ser humano, porque bajo la norma de la necesidad, se encuentran las soluciones y en este país existen personas muy capaces que pueden impulsar el cambio necesario, pero sobre todo en la mentalidad. Si bien la educación no genera bienes materiales, genera lo más importante: el bien humano. Para ello, necesitamos humanizar la educación, que el docente inconforme con su salario no cometa atropellos contra sus educandos, que el padre de familia frustrado no arremeta contra el docente, que el alumno, proactivamente, desee aprender en aras de un futuro mejor. Todo esto evidencia un cambio en la mente.
He visto como existe un divorcio entre hogar y escuela, los padres de familia deben retomar el rol de pilares de la educación de sus hijos, y la reforma debe estructurar mecanismos que acerquen a la familia al proyecto educativo como una comunidad.
El educador debe pensar que la materia que imparte debe ser el medio para fortalecer los valores, sin renunciar al rigor académico, pero nunca el fin, porque el conocimiento es único y puede venir de distintas formas y fuentes. José Martí, en 1853, cuando la dominación española se extendía por las Antillas y América, aportaba la importancia de la educación cuando escribió: "ser cultos para ser libres"
Un saludo,
Ihosvany

Ana Berríos dijo...

Don Manuel
Costa Rica tanto talento , para que al final en vez de unirnos terminemos echándonos las culpas de un país en decadencia, todos somos parte de ella ,pensemos en los niños y adolescentes que asisten llenos de alegría a las instituciones educativas y que ofrecemos, cuando llegan al hogar que ofrecemos , cuando sean profesionales que tenemos. Todos somos responsables.

Anónimo dijo...

Hola profesor espero que se encuentre bién.
Gracias por este tipo de mensajes, porque nos pone a reflexionar y nos compromete cada día más a aportar nuestro granito de arena desde nuestro trabajo y así buscar este cambio tan necesario.
Adrián Arce