11 de julio de 2011

El cambio necesario

La planificación es un arte, fácil si tuviéramos un oráculo que nos ayude, una zarza ardiente que nos hable a través de la voz de un ángel o una adivina con bolita de cristal que nos adelante el qué debemos hacer, y nos dijera cómo y cuándo lo debemos realizar. Sería sencillo planificar si lográramos entender que la planificación es arte sí, pero además es ciencia. Se puede aprender si conseguimos interpretar los designios del pasado, las necesidades del futuro y los signos del presente, de las personas y de las instituciones involucradas. Así, en la materialización y ejecución no necesitaremos de pitonisas ni adivinas, solo del raciocinio y el sentido común, aunados a una buena interpretación de los signos que se refieren a los sueños de una mayoría de los habitantes de nuestra nación.


Los gobernantes deben entender ─y si no lo hacen el pueblo debería cobrárselos─ que gobernar es señalar caminos, pero también proponer metas y destinos para las presentes generaciones y sobre todo para las venideras.


El economista italiano de principios del siglo XX, Vilfredo Pareto, observó y describió el cómo en Italia, aproximadamente el 20% de la población tenía el 80% del poder político y la riqueza económica. Al contrario, el 80% de la población, lo que Pareto denominó “las masas”, se repartía solo el restante 20% de esta riqueza y tenía poca influencia política. En general, este se conoce como el Principio de Pareto y se puede aplicar en muchos ámbitos. En el educativo podría leerse como que el 20% de las personas hace que las cosas ocurran y el otro 80% espera a que ocurran; sin embargo, en estos tiempos me parece que la diferencia entre estos porcentajes va aumentando, ya que la concentración de la riqueza se acentúa y la pobreza, en términos relativos, aumenta. Aldous Huxley dice que: “la mayoría de los seres humanos tienen la absoluta e infinita capacidad de tomar las cosas por sentado”. Sin aventurarme a vaticinar porcentajes, meditemos en cuál de estos grupos queremos estar y, más importante, en cuál debemos ubicarnos, si al final damos las cosas por sentado o, nos cuestionamos sobre nuestro papel en la sociedad y buscamos el cambio.


Me gustaría creer, pues así sería más fácil, que los cambios que necesita el sistema educativo se darán por orden directa de las altas autoridades educativas, pero casi de seguro no será así; convencido estoy que vendrán de los maestros y profesores mismos, algunos sin nombre, otros con un nombre que escribiremos sobre el agua y que, quizás, olvidaremos con rapidez. Creo que no serán el Ministerio de Educación Pública ni las universidades, tanto públicas como privadas, las que den este gran salto hacia la reforma educativa.


En la historia de los cambios y de las grandes revoluciones han sido las personas más humildes las que lo inician, muchos sin nombre que recordar, otros como Gandhi en la India, Rosa Parks en los Estados Unidos, Nelson Mandela en Sudáfrica, Mauro Fernández, Omar Dengo, Roberto Brenes Mesén, Rodrigo Facio o José Figueres Ferrer en nuestro país. La Revolución Francesa en 1789, el movimiento hippie que inicia en la década de 1960, la Revolución de Octubre en la Rusia zarista de 1917, la guerra civil de 1948 en Costa Rica; el famoso “hombre frente al tanque” en la plaza de Tiananmen en 1989 en la República Popular de China, la caída del Muro de Berlín, en Alemania en noviembre de 1989, solo por citar algunos hitos históricos, lejanos o recientes, en pos de los Derechos Humanos. Seguro estoy que usted, estimado lector, podría pensar, recordar y enumerar decenas de ejemplos más. La mayoría de estas luchas tienen que ver con la libertad que ha sido arrebatada, mágicamente se pueden idealizar con la frase “Yo tengo un sueño” del incansable luchador de los derechos de los afroamericanos estadounidenses, que utilizó la filosofía de la no violencia y la desobediencia civil, Martin Luther King, y que pronunciara en el memorable discurso de 1963. Un sueño que todos debemos concebir y por el que se debe seguir luchando día a día, pues los marginados, los explotados y los segregados, en el futuro, podríamos ser nosotros mismos.


“Aquellas personas que no están dispuestas a pequeñas reformas, no estarán nunca en las filas de los hombres que apuestan a cambios trascendentales.”
Mahatma Gandhi

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucho me alegra su nueva entrada en el blog. Excelente mensaje, con el que de paso concuerdo: es desde nuestro "insignificante" día a día que lograremos mejorar nuestra situación actual, cada uno poniendo de su parte, pero obteniendo un enorme cambio a través de la unión de pequeños esfuerzos.

CC

FPD dijo...

"Soy de la generación del Por Favor, Buen día, Buenas Tardes, Hasta luego y el Gracias, del Respeto a los Mayores, de pedir Permiso, de Saludar con una sonrisa, de Amar a las personas por lo que son y no por lo que tienen o me dan. Se me enseñó a tratar a la gente con Amabilidad..."
Actualmente vivimos en Costa Rica un absoluto anarquismo, una deficiencia en los valores, un irrespeto a todo y a todos, entre otros males que tienen a nuestra patria sumida en una ola de violencia en la que estamos casi ahogándonos. Tenemos una sociedad con analfabetismo emocional.
Tenemos que hacer que las cosas ocurran, necesitamos un cambio ya, pero desde las raíces, desde el seno del hogar, donde el niño y la niña sean educados con límites, amor, respeto y valores para que nuestra sociedad esté en manos de buenos hombres y mujeres que quieran el bien de todos y avancemos hacia el desarrollo y no retrocedamos a la inhumanidad, a la incultura, a la incivilización, al canabalismo,...¿Qué vamos a hacer nosotros cuando estemos en nuestra ancienidad con un país en manos de una generación de anarquistas, narcisistas, consumistas, capitalistas? y la paz, la solidaridad, el respeto, dónde quedarán?
Hoy los docentes estamos pagando por los errores de los padres y madres de familia.
Debemos volver a la época de Mauro Fernández, Omar Dengo, María Isabel Carvajal y educar a los niños para una mejor sociedad, para un mejor futuro.
‎"Education is the most powerful weapon which you can use to change the world." — Nelson Mandela.
Yo tengo un sueño...ver y sentir paz en mi país, sentir que somos humanos y que nos respetamos unos a otros (al igual que a los animales), que hay igualdad, respeto y solidaridad.

Anónimo dijo...

No comprendo esta vez sus palabras. ¿A qué cambio se refiere? ¿No somos todos, incluido usted mismo, en este país políticamente corrupto y en nuestras vidas personales, marginados, explotados y segregados? Como dice Nietzche: "Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.” Nuestro futuro es negro,infeliz, marginado y solitario, si dejamos que ese abismo siga mirando y carcomiendo dentro de nosotros mismos. Luis Carlos