Recuerdo, hoy hace cuarenta años, a toda mi familia reunida esperando la transmisión por la televisión ─por supuesto que en blanco y negro y sin control remoto─ de la llegada del hombre a la Luna. Era yo un niño de tres años y medio y, a pesar de mi corta edad, sentía la emoción levitando por todo el salón; algunos tomados de la mano y otros rezando, la alegría que se vivió en el momento en que aquel hombre ─con un traje blanco y gracioso casco─ daba aquellos primeros pasos con movimientos lentos, fue en extremo contagiosa. Me cuentan mis padres que, por varias semanas, mi juego preferido era el de simular la caminata de Armstrong y sus movimientos en gravedad cero, acompañado de un modelo a escala del Apolo 11 que nosotros mismos armamos.
Conforme avanza la humanidad vemos cómo lo imposible deja de serlo y, poco a poco, se convierte en realidad. Para percatarse de ello basta con leer o recordar lo que algunos escritores de ciencia ficción escribieron, en su momento, de manera futurista: la clonación, órganos artificiales, transplantes de órganos, viajes al espacio, nanotecnología, comunicación inalámbrica, los hologramas, satélites, etcétera. Así, el solo pensar en lo utópico y su probabilidad de alcanzarse, el solo marcar el umbral más allá de lo posible, hará que se convierta en una meta alcanzable, un sueño de posible realización.
Julio Verne nos describe su futuro en “De la Tierra a la Luna” y resulta que tiene muchas analogías con el viaje que se realizó en 1969, de esta forma lo que fue ficción dejó de serlo. Salvo el Apolo 13, fueron misiones exitosas desde el Apolo 7 hasta el Apolo 17 que, en 1972, fue el último paseo por la Luna. El Programa Apolo inició en julio de 1960 y se dió por finalizado luego que las misiones del Apolo 18, 19 y 20 se cancelaran por problemas presupuestarios, se debe mencionar que las misiones del Apolo 2 al 6 fueron no tripuladas, luego que la tripulación del Apolo 1 falleciera por un incendio en una prueba prevuelo. En total se contabilizaron seis alunizajes y 12 astronautas pisaron suelo lunar.
La valentía de Armstrong, Collins y Aldrin, los astronautas que emprendieron esta aventura, es realmente admirable pues no había certeza del éxito, incluso luego de alunizar, había dudas y hubo problemas para despegar de la Luna y qué decir de la llegada de nuevo a la Tierra en donde la fricción al ingresar calienta la nave. Una de las mayores hazañas de este viaje es la consecución de un sueño y para los detractores que se preguntan si valió la pena tanto esfuerzo y gasto, se les debe recordar que la naturaleza humana y su sed de conocimiento lo imploran, si nos cruzamos de brazos pensando que las fronteras son finitas y ya las alcanzamos todas, estaríamos retrocediendo en la búsqueda de las respuestas a nuestra existencia y, definitivamente, es algo que no nos podemos permitir.
En las próximas décadas se sueña en pisar el suelo de Marte, más allá de plantar una bandera de las potencias que lo logren, es importante visualizar a nuestro satélite natural y los otros planetas como grandes centros de experimentación, fuentes de nuevos recursos y materiales nuevos.
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Cuarenta años después...
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3 comentarios:
Bueno, al parecer todo sueño es posible y todo lo que imaginamos ahora imposible, en algún momento puede ser posible, los avances tecnológicos y científicos cada vez nos abren más las posibilidades.
Muy linda tu entrada, al introducir el tema con tu prematuro recuerdo, me tiene asombrada, y me parece muy tierno imaginarte con tu familia y tu inocencia (común en mucha gente de ese tiempo) esperando y siendo testtigo de tal acontecimiento.
Yo ni en proyecto estaba, por lo que para mí no ha sido significativo tal evento, así que escuchar las historias estos días me han mantenido un tanto interesada, pues para mí era algo probable pues ya nací cuando ya se había pizado por primera vez la Luna.
Estimado Manuel
No recuerdo mucho sobre la llegada del hombre a la luna, creo que en mi casa no teníamos televisor en esa época.
¿Mentira o realidad? No lo sé. Sin entrar en especulaciones, sí considero que ese gran evento nos ha servido a muchos para fortalecer nuestro sentido crítico y despertar el deseo de conocer un poquito sobre los conceptos científicos de esa inolvidable experiencia humana.
Tu artículo me gustó mucho.
Ana María Villalobos
Sus comentarios siempre son muy enriquecedores, así que cuando pueda escribir de nuevo, siempre serán muy bien recibidos. Un saludo!
Juan Gab. Umaña Q.
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