Los valores son las cualidades de las acciones o cosas, o bien, los modelos de comportamiento que pueden ser estimados o practicados, en procura del bien moral. Pueden abstraerse y entenderse como realidades en sí mismas, como la belleza, sinceridad, humildad, justicia, honradez y honestidad, pero en la vida diaria los valores morales los identificamos relacionados con las acciones y las personas, mientras que los materiales son asociados a las cosas.
Lo esencial del valor es el de no ser indiferente frente a nuestra facultad estimativa, entendida ésta como la capacidad de estimar lo valioso de cada cosa y de cada acción; el observar, conocer y comprender una realidad, inevitablemente nos lleva a estimarla.
Se tienen varios tipos de valores, jerarquizándolos a partir de los más importantes:
- Espirituales: amor, paciencia, sabiduría, piedad, perdón, caridad y misericordia.
- Morales: justicia, prudencia, honestidad, humildad, lealtad, tolerancia, responsabilidad, dignidad.
- Sociales: urbanidad, cortesía, respeto, hospitalidad, solidaridad, amabilidad.
- Intelectuales: Creatividad, racionalidad e inteligencia.
- Estéticos: belleza, armonía y elegancia.
- Materiales: abundancia, éxito, riqueza.
Los cambios internos de cada persona, aunque en ocasiones sean apenas perceptibles, pueden provocar cambios trascendentales, y por eso es que trato ─desde las líneas de este espacio─ de plantear algunos de los desafíos que a lo largo de mi vida docente, académica, familiar y lo más importante, como costarricense y ciudadano del mundo, ocupado y preocupado, he observado y trato de encontrar eco en las personas que me leen, escuchan y comprenden. En otras entradas nos hemos referido a estos importantes temas y de seguro no será la última vez que lo hagamos.
Comparto a plenitud el pensamiento del escritor italiano Alberto Moravia cuando afirma que “La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea”. Leonardo Garnier reflexiona, en el artículo ¿Porritas o Cristiano Ronaldo?, sobre uno de los fines de la educación, fundamentada en los valores morales: “¿De qué nos serviría que nuestras hijas e hijos ─nuestros estudiantes─ lleguen a ganar el balón de oro, el Oscar, el Grammy, el premio al mejor o la mejor funcionaria, al mejor vendedor, a la mejor periodista... o que lleguen a ganar más plata que cualquiera, si de camino olvidan y pierden el afecto de la gente que les rodea?”. El hecho de enseñar a nuestros estudiantes el valor de la amistad es imperativo, pues creo que para ellos los mejores días están aun por venir y, quien siembra rosales, cosechará siempre rosas, de muchos colores y variadas fragancias que los amigos, siempre, están dispuestos a compartir; ellos nos darán el apoyo necesario para que las metas que nos proponemos, las alcancemos, con una sonrisa sincera para cada persona que se atraviesa en nuestro camino.
Un poema de José Martí, tomado de Versos Sencillos, escrito en Nueva York en 1891, queda como anillo al dedo para esta ocasión: Cultivo una rosa blanca,/ en julio como en enero,/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca./ Y para el cruel que me arranca/ el corazón con que vivo,/ cardo ni oruga cultivo:/ cultivo la rosa blanca.
A todos nos hace falta, si es merecida, esa palmadita en la espalda de vez en cuando; esto puede forjar un cambio en muchas de las rutinas con las que estamos acostumbrados a lidiar en el diario convivir. La sabiduría y humildad son los principales ingredientes que se deben amalgamar para lograr esto, y poder así reconocer la buena labor de los demás, sin mezquindad cuando apreciamos un trabajo bueno, con responsabilidad, crítica objetiva y mucha asertividad, si hubiese sido deficiente.
En este pequeño Macondo, cuando esta percepción se logre transmitir a las mayorías, a partir de allí, se podrá dar el cambio con el que muchos hemos soñado, hacia una sociedad más humanista.
6 comentarios:
Muy bien Manuel, interesante reflexión.
Considero que como educadores, más allá de nuestra preocupación por enseñar bien las especificidades de nuestra técnica, debemos también enseñar un poco a vivir.
Mucha de esta enseñanza en realidad se realiza con el ejemplo que nosotros mismo damos a nuestros estudiantes, que todo lo miran, de allí la importancia de ser consistentes entre nuestro discurso y nuestros actos.
No podemos enseñar responsabilidad, si no la practicamos. Por más que uno diga o exija a un estudiante que sea responsable, si nosotros no lo somos de nada vale. De nada vale dar discursos sobre tolerancia y respeto si no somos tolerantes y respetuosos.
Creo que la peor enseñanza que podemos dejar es la hipocresía, tan extendida hoy en nuestra sociedad, desde las más altas esferas de la clase política, hasta la más popular de nuestras esferas sociales.
Debemos seguir luchando por ser consistentes y lograr trasmitir valores.
Hola Manuel considero tu reflexión acertada, hoy día estamos viviendo lo que llamaría una inversión de la prioridad en la escala de valores, esto porque, lamentablemente resultan ser más urgentes e importantes para una gran mayoría de la población los valores materiales que los espirituales; por ejemplo, de aquí que vemos nuestros niños y jovenes cubiertos de todo lo que les podemos dar, muchas veces sin preguntarnos si de verdad lo necesitan, un ejemplo de esto es el celular, cuanto nos costo a nosotros tener uno más o menos bueno, pero no reparamos en correr a darles a nuestros hijos el mejor que podemos comprar, con conexión aquí y allá, con cámara de todos los megapixeles que podamos, y nunca nos detenemos a pensar si lo correcto es dárselo para que tenga lo que nosotros nunca tuvimos a su edad o darle un apoyo para que el mismo pueda comprarlo segun sus posibilidades y no las nuestras.
Debemos, como educadores rescatar entre nuestros discentes el valor del amor, el respeto y la solidaridad, no el del celuar, la camara o el ipod, tenemos que ayudarlos a servir a una causa superior que sus propios bolsillos, pero para esto debemos fortalecernos a nosotros mismos, retomando la importancia de los valores de las que hablas y cuales son los que deben estar de primeros en nuestras conciencias y nuestros corazones.
Ivan Bertozzi
De los valores.
Hola Manuel. Es siempre un gusto leer sus publicaciones.
Particularmente durante los últimos 2 años he estado estudiando el tema del éxito y valores y se llega a la misma conclusión, que es imposible hablar de éxito si la persona lo logró pasando sobre las demás personas, de nada te sirve estar en lo alto de la montaña si no tienes con quien compartir tu éxito.
Una parte importante del éxito real es poder tener personas a las que ayudaste en ese proceso personal de alcanzar el éxito a tu lado celebrando contigo ese logro. Es hermoso ir sembrando semillas mientras recorres el camino al éxito y cuando miras atrás no hay de que avergonzarse sino mucho porque alegrarse.
Y mientras recorres ese camino y miras a tu al rededor descubres a tus amigos cerca disfrutando contigo esa meta y luego te miras con ellos celebrando la meta de ellos.
Suena utópico tal vez, pero que diferente sería trabajar si todos aplicaran estos conceptos.
Pero gracias por refrescarnos y recordarnos que eso lo podemos transmitir a nuestros estudiantes y lograr grandes mejorías.
¡¡Gracias Manuel!!
Muy bien su nuevo artículo "De los valores", publicado en su bitácora.
Aparte de los valores materiales, que contribuyen al bienestar no espiritual, los demás valores andan muy escasos en nuestra sociedad. Usted los recuerda, y los lectores debemos siempre considerarlos como de trascendental importancia para superarnos como personas, y por ende, como sociedad.
Un abrazo,
Juan Ramón Murillo
Me gusta la forma en que se trata el tema de la amistad, tema usualmente dejado de lado en casi todos lados y que, sin embargo, es parte esencial de nuestras vidas. Es curioso cómo no nos preocupamos por "educar en la amistad" casi suponiendo que es algo que no necesita aprenderse, algo en lo que "se nace aprendido".
Pero no es así: cultivar la amistad es un arte; un arte en el que todos podemos participar, pero que como todo arte, requiere un esfuerzo constante y sistemático: nada más fácil que perder un amigo, nada más difícil que recuperarlo, si no sabemos cómo hacerlo.
Esto es particularmente importante en los años de escuela y, sobre todo, en los de colegio, cuando se va forjando nuestra identidad individual y colectiva; y esa identidad se forja, precisamente, en nuestra relación con los otros y, particularmente, en nuestras relaciones de amistad. Ahí surgen los gustos, los criterios morales, los valores, los afectos... en fin, las cosas que más valen en la vida.
Me gusta la forma en que se trata el tema de la amistad, tema usualmente dejado de lado en casi todos lados y que, sin embargo, es parte esencial de nuestras vidas. Es curioso cómo no nos preocupamos por "educar en la amistad" casi suponiendo que es algo que no necesita aprenderse, algo en lo que "se nace aprendido".
Pero no es así: cultivar la amistad es un arte; un arte en el que todos podemos participar, pero que como todo arte, requiere un esfuerzo constante y sistemático: nada más fácil que perder un amigo, nada más difícil que recuperarlo, si no sabemos cómo hacerlo.
Esto es particularmente importante en los años de escuela y, sobre todo, en los de colegio, cuando se va forjando nuestra identidad individual y colectiva; y esa identidad se forja, precisamente, en nuestra relación con los otros y, particularmente, en nuestras relaciones de amistad. Ahí surgen los gustos, los criterios morales, los valores, los afectos... en fin, las cosas que más valen en la vida.
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