Inicia un nuevo año y con él la lista de promesas y metas aumenta, todo inicio está rebosante de buenas intenciones. Aunque mi caso no es la excepción, les confieso que la lista es bastante corta, en primer lugar pondré el dedicarle más tiempo a la lectura, que por diversos motivos he ido dejando de lado.
Salvo por el tiempo de más que nos obsequian los años y los segundos bisiestos, ya sabemos que todos los años duran lo mismo, sin embargo, a causa de la crisis mundial provocada por la recesión económica, se tiene la sensación de que el año 2009 fue muy, pero muy largo.
Cuando no hay crisis cualquier soplo es tormenta, todo temblor es un cataclismo y hablamos más de problemas que de soluciones. El enfrentar una crisis –como la que todavía no pasa– nos ayuda a comprender lo importante de los cambios, nos obliga a retar nuestros límites y aprendemos a superar nuestros propios temores.
Por alguna extraña razón, muchas personas recurren a la venganza en vez del perdón, a la soberbia en vez de a la humildad, a la hipocresía en vez de la sinceridad. En este nuevo año debemos reordenar los valores y darle menos peso e importancia a los antivalores, que como cantos de sirena nos embrujan y nos compelen a seguirlos. Debemos despreciar las soluciones fáciles o egoístas, que son como espejos que brillan como si fuesen oro; aunque sea difícil, no es imposible. Como el mismo Odiseo, debemos amarrar la voluntad a un mástil de cordura, meditar bien nuestras metas y las decisiones para que las acciones que realicemos no nos lleven directo hacia los peñascos, esencia de la perdición.
Meditemos sobre la importancia del amor y la esperanza, pues al final son esas dos virtudes las que nos hacen ser más humanos, además, son el fundamento de los valores espirituales y morales como la bondad, caridad, misericordia, lealtad, honestidad y justicia y todos ellos, a su vez, harán que se aquilaten los valores sociales, intelectuales, estéticos y materiales. Como ese gran sueño que está compuesto de unos más pequeños y estos a su vez de otros cada vez más diminutos, que sin embargo son importantes en el todo. La suma de pequeñas cantidades no es, necesariamente, una cantidad pequeña y si cada uno de nosotros cambia un poco su forma de pensar y actuar, sin duda, cruzaremos el umbral hacia la prosperidad.
Para iniciar este nuevo año 2010, en donde se vislumbra en el horizonte la ilusión de superar esta crisis, los valores espirituales, la sabiduría y la trascendencia de la familia, nos ayudarán a visualizar nuestro papel y nuestra responsabilidad en los cambios que se avecinan, sin perder por supuesto, nuestra identidad nacional. Más que nunca "Hoy es día de arar, con arados de fuego, las eras del amor y el entusiasmo" como escribiera el poeta Jorge Debravo.
Salvo por el tiempo de más que nos obsequian los años y los segundos bisiestos, ya sabemos que todos los años duran lo mismo, sin embargo, a causa de la crisis mundial provocada por la recesión económica, se tiene la sensación de que el año 2009 fue muy, pero muy largo.
Cuando no hay crisis cualquier soplo es tormenta, todo temblor es un cataclismo y hablamos más de problemas que de soluciones. El enfrentar una crisis –como la que todavía no pasa– nos ayuda a comprender lo importante de los cambios, nos obliga a retar nuestros límites y aprendemos a superar nuestros propios temores.
Por alguna extraña razón, muchas personas recurren a la venganza en vez del perdón, a la soberbia en vez de a la humildad, a la hipocresía en vez de la sinceridad. En este nuevo año debemos reordenar los valores y darle menos peso e importancia a los antivalores, que como cantos de sirena nos embrujan y nos compelen a seguirlos. Debemos despreciar las soluciones fáciles o egoístas, que son como espejos que brillan como si fuesen oro; aunque sea difícil, no es imposible. Como el mismo Odiseo, debemos amarrar la voluntad a un mástil de cordura, meditar bien nuestras metas y las decisiones para que las acciones que realicemos no nos lleven directo hacia los peñascos, esencia de la perdición.
Meditemos sobre la importancia del amor y la esperanza, pues al final son esas dos virtudes las que nos hacen ser más humanos, además, son el fundamento de los valores espirituales y morales como la bondad, caridad, misericordia, lealtad, honestidad y justicia y todos ellos, a su vez, harán que se aquilaten los valores sociales, intelectuales, estéticos y materiales. Como ese gran sueño que está compuesto de unos más pequeños y estos a su vez de otros cada vez más diminutos, que sin embargo son importantes en el todo. La suma de pequeñas cantidades no es, necesariamente, una cantidad pequeña y si cada uno de nosotros cambia un poco su forma de pensar y actuar, sin duda, cruzaremos el umbral hacia la prosperidad.
Para iniciar este nuevo año 2010, en donde se vislumbra en el horizonte la ilusión de superar esta crisis, los valores espirituales, la sabiduría y la trascendencia de la familia, nos ayudarán a visualizar nuestro papel y nuestra responsabilidad en los cambios que se avecinan, sin perder por supuesto, nuestra identidad nacional. Más que nunca "Hoy es día de arar, con arados de fuego, las eras del amor y el entusiasmo" como escribiera el poeta Jorge Debravo.
7 comentarios:
Muchas veces los problemas nos llevan a tomar actitudes que lejos de ayudarnos a encontrar una solución, no hunden más en el problema, considero, y estoy de acuerdo con vos, que hay que saber elegir bien, que sobretodo se debe mantener la paz y el amor en todo lo que hagamos, no debemos permitir que nada nos robe la paz, seguir adelante, sin mirar atrás, construir un nuevo camino, no dejar de luchar, no dejarse vencer... Y principalmente, tener un pensamiento optimista.
Saludos,
Jorge Esteban Mata.
Hola Manuel:
Me parece bien que de vez en cuando alguien se anime a dar mensajes como el que nos has dado.
Hoy que vemos a un país devastado por la tragedia, nos damos cuenta como la palabra amor sigue viva en los corazones de esta humanidad que pensamos deshumanizada,
arde como antorcha en el pecho nuestro y nos recuerda cuan sensible somos ante el dolor ajeno.
Gracias
Félix
Una interesante reflexion la que me dejas. Ciertamente es importante pensar sobre lo que los anhos anteriores nos proporcionaron, sean cosas buenas o malas, y aprender un poco de eso para tomar las desiciones que se nos presentaran en tiempos venideros.
Esperemos muchas cosas buenas por venir, y si no lo son, que al menos podamos con ellas :D
Gracias
Atte su alumno, Filander.
Hola
Me encanto tu comentario.
Personalmente creo que nuestra vida es un eterno arrastre de promesas y de sueños. Cada año prometemos hacer cosas pequeñas, cosas grandes y al finalizar el año nos queda el sinsabor de no haber realizado nada.
¿Será acaso que nuestro sueños y nuestras promesas son inalcansables o acaso es que no ponemos nuestro mayor empeño para alcanzarlos?
¿No creés que el mejor propósito para este año 2010 es sentirnos bien con nosotros mismos y con quienes nos rodean y pedirle a Dios que haya paz en el corazón de los hombres para que llenen de luz y amor los rincones del mundo? Creo que este sería un buen comienzo porque el amor todo lo da y todo lo puede.
AMV
Hola Manuel
Corta, entretenida... y como siempre llena de muchas buenas vibras...
Saludos
Rándall
Fin e inicio de año, tiempo de revisión. Desde los armarios hasta los rincones internos. Sacar lo que ya no se ocupa para iniciar el año muy livianos. Abrir las puertas de par en par para que se ventile la casa y el corazón. Que salga lo inútil. Así el año nuevo sí podrá ser feliz.
Excelente, aunque un poco tarde mi comentario. Este tipo de lectura es grata para continuar en la lucha tenaz que hacemos todos los días. Gracias por compartir sus pensamientos.
J. Gabriel Umaña
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