28 de octubre de 2010

Instantes

La vida está compuesta por instantes, simplemente muchos instantes de diferentes tamaños e intensidades, no buenos ni malos, ni mejores ni peores, todo lo que acontece en ellos es lo que va conformando nuestro propio acervo de recuerdos y vivencias y nos ayudan a construir ese sello personal.

Un atardecer, una mirada, el olor de la lluvia, una sonrisa, una caricia, una lluvia de estrellas, una ilusión, la espuma del mar, una fragancia, un silencio, un camino, un beso, una promesa. El continuo de la Vida nos va dejando espacios, grandes algunos y breves instantes otros, que debemos llenar como las gotas de agua un océano, sin espacios vacíos, sin repeticiones. De nosotros depende que los instantes maravillosos superen por mucho a esos que desearíamos borrar de nuestra memoria.

En Cocorí ─uno de mis libros preferidos─ recuerdo cuando a este entrañable personaje le obsequian una rosa y ésta muere, a partir de esa desilusión él se empeña en buscar una respuesta a la pregunta ¿por qué mi Rosa vivió tan poco y otros en cambio se cansan de contar lunas? Luego de muchas aventuras en la selva, la respuesta sabia que le da el Negro Cantor es que la Rosa tuvo en vida luz, generosidad y amor; que otros aunque vivan más, no los han tenido: es más importante vivir una existencia plena que una vida larga y sin sentido. De esa forma se apropia de una profunda enseñanza y, con alegría, el mismo Cocorí le grita al mundo entero que ¡Cada minuto útil vale más que un año inútil!

Y se puede vivir mucho en un breve lapso de tiempo. Apreciar la belleza e importancia de algunos instantes que se van sucediendo en la vida ─unas veces por casualidad y otras por la causalidad─ es una de esas cualidades que vamos afinando con la edad. Esta sensibilidad se magnifica aun más cuando hemos pasado por situaciones límite que nos enfrentan con nuestros propios temores, esas que nos hacen meditar sobre las cuestiones trascendentales de la vida y nos obligan a valorar otras tantas, en ese preciso instante se da un giro de 180 grados en nuestra existencia y algunas cosas que creíamos importantes, dejan de serlo, y las que no lo eran, pasan a ser de vital importancia. No hay duda que el inicio de la primavera se disfruta más cuando hemos vivido un duro invierno. La sonrisa de un bebé se valora más cuando comprendemos lo frágil que es la vida. La necesidad de repartir amor se evidencia cuando lo hemos recibido en abundancia. El valor de una amistad sincera se comprende cuando nos han tendido una mano en momentos difíciles. La belleza de un atardecer se aprecia más cuando lo hemos compartido con el ser amado. La fuerza de una palabra se potencia cuando intentamos escribir un poema.

En esos instantes de lucidez, en donde la razón no nubla la sensatez y la cordura, tomamos muchas de las decisiones difíciles de nuestra existencia; sin embargo, es en esos momentos de locura ─donde se desborda la pasión─ que tomamos algunas decisiones trascendentales en nuestras vidas, esas que nos marcan hasta la muerte y con las cuales vencemos nuestros miedos, logramos la libertad y, por algunos instantes, acariciamos la felicidad. Disfrutemos con intensidad de cada instante que nos obsequia la Vida que, al final, será la mejor manera de agradecérselo.

Un instant d'amour est un instant de vie.
de la bella melodía Et qu'un ange passe de Ishtar

Instantes, poema atribuido a Jorge Luis Borges