14 de septiembre de 2010

De las palabras

Antes de la formación del universo el tiempo ni siquiera existía, como ya hemos discutido en "Sobre el tiempo"; a partir de la “Gran Explosión” los efectos se van sucediendo a partir de las causas y con ello se va engrosando el libro infinito de la historia. Desde el punto de vista del cristianismo, luego de este caos o desorden, "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios" (S. Juan 1: 1).

Las palabras bien utilizadas, ya sea en las artes, las ciencias o las letras, se pueden convertir en flores que perfumen nuestro horizonte o en armas que aniquilen nuestra voluntad, para ello basta contraponer a Juan Salvador Gaviota de Bach con Mi lucha de Hitler. Se pueden transformar las palabras en mágicas y encantadas llaves con las cuales podemos derribar los muros de la ignorancia y en las alas que nos lleven a descubrir maravillosos universos. En la antigua Grecia ─cuna de la civilización occidental─ se enseñaba música (el arte de las musas) dentro de las asignaturas principales al lado de las matemáticas, la filosofía y la astronomía, requisitos todos para que un individuo fuera considerado como una persona culta. Una de las razones por las que dedicaban horas al estudio de esta asignatura es, a mi modo de ver, sencilla: para ellos las palabras eran “sonidos articulados”, y se relacionaba con las ideas y los pensamientos, con el discurso y finalmente con la democracia.

Cada palabra tiene un significado formal y otro más subjetivo ─y, por tanto, más personal─ dependiendo de lo que hemos aprendido o interiorizamos. No hay duda de que el significado de palabras como: libertad, democracia, amor, justicia, paz o felicidad, solo por citar algunas, son percibidas de forma diferente en los cuatro puntos cardinales del planeta, entre creyentes y ateos o entre ricos y pobres. Tenemos más de cien palabras que deberíamos globalizar.

En entradas anteriores nos hemos referido a la importancia del estudio de la filosofía, pues busca la sabiduría en sí misma, y tiene como objeto de estudio el conocimiento de las causas últimas, universales y totalizadoras de la realidad, como fin último busca la felicidad del ser humano. Hoy me he querido referir a la libertad, no como una simple palabra de ocho letras, sino más bien como un sonido articulado armónico y, bajo su significado universal, uno de los mayores anhelos que ha tenido el ser humano para alcanzar un estado pleno de felicidad. Sin embargo, es necesario que borremos de plano la visión ─mezquina si se quiere─ de algunas personas que piensan que libertad es equivalente a andar sin cadenas en nuestros pies y caminar por cualquier sendero sin mirar el horizonte. Claro que es importante la libertad física, pero para alcanzar la felicidad es más importante la espiritual. Para comprender a qué me refiero, trascribo una parte de uno de los diálogos entre Zorba y su jefe, de la película
Zorba el Griego basada en la novela de Nikos Kazantzakis:

─¡Brindo por su salud!
─¡Brindo por la suya, Zorba!
─Maldita sea, jefe, me agrada demasiado como para no decirlo: usted lo tiene todo, excepto una cosa: ¡LOCURA! un hombre necesita un poco de locura, sino...
─¿Sino qué?
─ ...nunca se atreve a cortar la cuerda y SER LIBRE...

El convencimiento de todo un pueblo, en cierto tiempo y determinado espacio, hace que una necesidad se transforme en un pensamiento y este en una idea, luego en palabras y al final en acciones. Algunos lemas conocidos, que han marcado mucho de las revoluciones en historia reciente, son: “Patria o muerte” en busca de la libertad del pueblo cubano, “
Libertad, igualdad, fraternidad” de la Revolución Francesa; “Libertad o muerte” del grito de independencia del pueblo griego ante el Imperio Otomano en 1821. Estas tres, entre muchas otras, son más que simples frases pues tienen una alta dosis de idealismo amalgamado con un sueño de libertad reprimido. Son breves sinfonías de tres movimientos interpretadas por todo un pueblo como orquesta.

Creo firmemente que el consolidar nuestro sistema educativo y fomentar una educación completa y de calidad, hará que comprendamos la profundidad de las palabras Patria, Libertad e Independencia, y que disfrutemos entre notas y silencios de su melodía, armonía y ritmo. No las convirtamos en palabras vacías y, sobre todo, tomemos conciencia de que a cada causa sucede un efecto y las decisiones que tomamos hoy, como nación, marcan nuestro futuro.

Con una conciencia más clara lograremos superar los retos que enfrentamos y que nos amenazan como nación independiente y soberana ─como afirma nuestra presidente en su opinión "La patria está amenazada"─ para insertarnos e integrarnos con éxito en un mundo con una economía globalizada sin perder nuestra propia identidad.

Patria
Tengo a mi patria siempre en la mano.
La miran mucho mis ojos claros.
La besan mucho mis labios mansos.
Quiero a mi patria siempre en la mano.
Mansa y pequeña como un garbanzo.
Sin rifles negros. Sin sables blancos.
La quiero dulce para los bajos.
La quiero tierna para los altos.
La quiero buena para los malos.
Por eso a veces la llevo al campo,
le cuento historias de niños sanos,
de ancianos dulces, de lindos ranchos.
Le digo que hay países anchos
donde no existen dioses metálicos.
Donde no hay primos: que sólo hermanos.

Jorge Debravo